ambito.com
Una estafa global puede empezar con promesas tentadoras. En el universo de las criptomonedas, muchos sueñan con multiplicar su inversión en poco tiempo. Pero esa ambición, a veces, allana el camino para caídas estrepitosas que involucran cifras de millones y desaparecidos de alto perfil.
Uno de los casos más impactantes en el mundo cripto gira en torno a Ruja Ignatova, la autodenominada "criptoreina". Su historia mezcla lujo, engaño y una huida que mantiene en vilo a las principales agencias de inteligencia del planeta.
La historia de Ruja Ignatova y su criptomoneda OneCoin
La empresaria nació en Bulgaria y saltó a la fama en 2014 con el lanzamiento de OneCoin, una supuesta moneda digital que aseguraba revolucionar el ecosistema financiero. Con una estrategia de marketing agresiva y promesas de rendimientos extraordinarios, atrajo a casi 4 millones de inversores.
El discurso seductor de Ignatova incluía conceptos de blockchain, tecnología innovadora y libertad económica. Pero detrás del telón, la operación funcionaba como un esquema Ponzi: no existía una cadena de bloques real y los inversores no podían acceder ni intercambiar los tokens.
Durante tres años, la criptoempresaria multiplicó su poder e influencia hasta que, en 2017, tras emitirse una orden de arresto, desapareció con cerca de 4.000 millones de dólares. Su nombre figura en la lista de los más buscados del FBI, que ofrece una recompensa millonaria.
Su hermano Konstantin intentó mantener a flote la compañía, pero fue arrestado en 2019 y sentenciado por fraude y lavado de dinero. Ruja, en cambio, sigue en fuga y nadie ha logrado rastrear su paradero.
Miles de millones estafados: las consecuencias de OneCoin
El colapso de OneCoin dejó una estela de destrucción financiera a nivel global. Inversores de más de 190 países perdieron ahorros, propiedades e incluso sus empleos al confiar en una promesa tecnológica vacía.
El caso marcó un antes y un después en la regulación de las criptomonedas. Gobiernos y organismos como Europol y la Interpol reforzaron controles ante esquemas similares. Sin embargo, Ruja Ignatova permanece como el símbolo de cómo el carisma y el marketing pueden esconder uno de los fraudes más costosos de la era digital.