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USDT manda más en LATAM que todos los bancos centrales

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En las calles de Venezuela, Argentina, Colombia o Bolivia, el dinero fíat puede desvanecerse antes de tocar el bolsillo. En Latinoamérica, décadas de inflación han convertido los ahorros en un espejismo que una sola decisión política puede borrar de la noche a la mañana. En ese vacío apareció un aliado que nadie esperaba. No tiene sucursales, no tiene cajeros en las esquinas, no rinde cuentas a ningún ministro de economía local. Solo existe en el mundo digital, pero para millones de latinoamericanos ya es más real que el papel del dólar emitido por la Reserva Federal (FED). Se llama USDT de la empresa Tether y, para bien o para mal, se ha convertido en el dólar de facto de medio continente.

La verdadera dimensión se siente en la rutina. Es la madre en Cúcuta, en Colombia, justo en la frontera con Venezuela, que recibe 200 dólares en USDT de su esposo en Miami. Ella sabe que debe ir a la tiendita del barrio a cambiarlos por arroz, aceite y pañales, pero puede hacerlo dentro de tres días porque ya no tiene la preocupación extrema de que el peso colombiano pierda otro punto en la tarde.

También es el mecánico de Maracaibo, en el occidente petrolero de Venezuela, que cada viernes cobra su semana. No la recibe en el dólar del banco, no en dólares paralelos. Es USDT, la stablecoin digital que se utiliza para que el lunes le alcance para el pan y el pasaje.

De igual manera, es el comerciante de La Paz, en pleno altiplano boliviano, que acepta pagos en stablecoin de turistas chilenos y evita las filas de tres días y las comisiones del banco. Para ellos, USDT es la certeza de que el dinero del lunes seguirá valiendo algo el viernes.

En un mercado popular del oriente venezolano, le pregunté a un vendedor por qué usaba USDT y no bitcoin (BTC). Me miró como si la pregunta viniera de otro planeta y luego respondió sin dudar: «no quiero una moneda que me prometa hacerme rico mañana. Quiero una que me impida seguir empobreciendo hoy». Esa frase sencilla, dicha entre sacos de cebolla y cajas de tomate, es reflejo de lo que sucede en casi todo el continente.


El camino de las stablecoins en Latinoamérica ha pasado de la curiosidad a convertirse en sistema paralelo en 3 años ¿qué pasará en 2026? Fuente: CriptoNoticias/Grok.

La génesis de esta dependencia se remonta a las crisis inflacionarias de 2018, pero el 2025 ha marcado su consolidación institucional. Según Juan José Martínez, entusiasta venezolano de las criptomonedas, la tendencia responde a una necesidad visceral. En un entorno donde las monedas nacionales de Venezuela, Colombia, Bolivia y otros países del continente son volátiles y los sistemas bancarios excluyen al 30% de la población adulta, USDT ofrece algo que los gobiernos locales no pueden garantizar. Eso es estabilidad y liquidez inmediata.

Entre 2022 y 2025, Latinoamérica movió 1,5 billones de dólares en criptoactivos, un crecimiento anual del 63% que deja en ridículo cualquier métrica bancaria tradicional. En Venezuela, USDT ya cubre el 47% de las transacciones locales y el 30% de los pagos en supermercados. En Argentina y Bolivia la historia se repite: la stablecoin se ha convertido en reserva de valor informal y medio de pago cotidiano porque el dinero oficial simplemente dejó de cumplir su función.

Es la respuesta del mercado a las sanciones y a la devaluación que ahora usa una red de liquidez que opera al margen de la geopolítica tradicional.

La cantidad de dinero que está moviendo latinoamérica con USDT es la mayor dolarización espontánea de la historia y ocurre fuera del sistema bancario tradicional. Fuente: Chainalysis.

¿Salvavidas o nuevo colonialismo?

Para el 30% de adultos latinoamericanos que siguen sin cuenta bancaria, USDT es la diferencia entre comer o no comer a fin de mes. Ofrece liquidez instantánea, sin filas, sin documentación y sin que un banco te catalogue de “riesgo” por vivir en el barrio equivocado. Pero el precio es alto.

Por un lado, Tether ofrece un salvavidas real en economías donde el bolívar se derrite a 270% anual o el peso argentino pierde un 2% en una sola semana. USDT ofrece acceso instantáneo a un dólar un poco más estable, sin filas en una entidad bancaria.

Por otro lado, es la entrega de la soberanía monetaria a una empresa privada registrada en las Islas Vírgenes Británicas y regulada, en última instancia, por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Cuando tienes 1 USDT en tu wallet, no posees un dólar real, sino un simple ticket o un cheque digital, en sí una promesa de que Tether Limited te entregará un dólar estadounidense (o su equivalente) cuando lo reclames.

Ese pagaré está respaldado, en teoría, por las reservas de la empresa (efectivo, bonos del Tesoro, préstamos y papel comercial), pero esas reservas las controla exclusivamente Tether, no tú. Por eso USDT no es un dólar digital tuyo, sino que es un dólar digital prestado por una empresa privada offshore que puede congelarlo, redimirlo o perderlo cuando quiera o cuando se lo ordene el gobierno.

Eso es porque cada dirección puede ser congelada en segundos por orden de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), dependiente del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Y ya ha pasado más de muchas veces, como lo detalla un artículo editorial de CriptoNoticias. Quiere decir que la política monetaria que realmente protege tus ahorros la decide la Reserva Federal, aunque no vivas en ese país.

Claro que, en la práctica, el ciudadano de a pie cambió una inflación local que lo empobrece por una posible confiscación remota que también lo puede empobrecer. Cambió el control de un gobierno corrupto por el control de un ente privado y de los reguladores estadounidenses. Es un parche para tapar el hueco que tiene en sus finanzas.

El resultado neto es más eficiencia a la hora de solventar una situación inmediata, sí, pero también una nueva forma de dependencia en la que fuiste del bolívar al dólar físico, del dólar físico al dólar digital emitido por Tether. El riesgo sistémico es brutal.

Cambiaste un veneno por otro

Si mañana Tether sufre una corrida, recibe una orden masiva de congelamiento o simplemente falla en sus reservas, no existe prestamista de última instancia para millones de comercios y familias que hoy operan casi exclusivamente con USDT.

El colapso sería instantáneo y sin red de seguridad. Y ahí está el peligro mayor: la comodidad extrema del parche puede anestesiar la urgencia de arreglar lo que está roto.

Mientras USDT funcione, los gobiernos locales tienen menos presión para controlar la inflación, para bancarizar de verdad a su población o para lanzar monedas digitales soberanas creíbles.

El parche que muchos creen perfecto termina siendo el enemigo de la cura real. En 2025, Latinoamérica no adoptó USDT por ideología, como sí ocurre en las comunidades de bitcoin. Lo adoptó porque era la única opción que quedaba sobre la mesa. La pregunta incómoda es si, al abrazar esa opción, estamos construyendo inclusión financiera o simplemente cambiando el color del amo.

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