La cripto ya no es solo un campo de experimentación para geeks apasionados por la descentralización. En 2025, es un motor financiero de pleno derecho, ¿y la última oleada? Los activos del mundo real tokenizados, o RWA (Real World Assets). Su mercado simplemente ha explotado: +260 % en seis meses. El sector, aún marginal en 2024, roza ahora los 23 mil millones de dólares. Un auge impulsado por la creciente claridad regulatoria en Estados Unidos y una redefinición de las fronteras entre la finanza tradicional y la blockchain.
En resumen
- Los RWA explotan: +260 % en seis meses, impulsados por la claridad regulatoria.
- El crédito privado tokenizado se convierte en el activo estrella de los inversores.
- Bitcoin y RWA se imponen como pilares de la estrategia financiera de las empresas.
De la promesa a la realidad financiera
Tokenizar un activo tangible es inscribirlo en una blockchain para hacerlo fraccionable, rastreable y líquido. Hasta ahora, esto era más teoría que práctica. Pero desde principios de 2025, el viento ha cambiado. El crédito privado tokenizado se ha convertido en el nuevo favorito de los inversores, capturando el 58 % del mercado RWA. Justo detrás: la deuda estadounidense tokenizada, con un 34 %. Productos ya familiares en los mercados, pero hechos más flexibles y accesibles vía blockchain.
Esta transformación no es insignificante. Significa que hoy un inversor puede poseer una fracción de un bono o crédito, con rastreabilidad y ejecución automatizada gracias a los smart contracts. Mejor aún: las barreras de entrada se derrumban, atrayendo una nueva ola de capitales. Ya no es una apuesta por la tecnología. Es una estrategia de reasignación de activos.
Y las cifras no dejan lugar a dudas, como revela Binance en su informe: el mercado pasó de 8,6 a 23 mil millones de dólares. No en dos años. En seis meses. Los grandes actores de la industria ya no miran el fenómeno de reojo. Participan activamente en él.
Cripto y regulación: una danza en tres tiempos
Durante mucho tiempo, la regulación fue el talón de Aquiles de la cripto. Difusa, vacilante, a menudo hostil. Pero en 2025, las cosas cambian. El giro tomado por la SEC a finales de mayo sobre el staking, así como la espera de la votación de la ley GENIUS en el Senado, muestran una tendencia clara: la cripto entra en la formalidad sin perder su esencia.
Los RWA, aunque aún considerados como valores mobiliarios, se benefician de esta dinámica. El sector sigue siendo cauteloso, pero avanza, respaldado por una mejor visibilidad jurídica. Esta evolución devuelve la confianza a los inversores institucionales, que exigen sobre todo seguridad operativa y regulatoria.
En este contexto, el mercado RWA juega un papel de puente entre dos mundos: el de los activos tradicionales, anclados en sus viejos hábitos, y el de la blockchain, ágil y programada para innovar. Un puente que cada vez más empresas cruzan, impulsadas a menudo por un miedo muy contemporáneo: el FOMO corporativo.
El bitcoin en tesorería: efecto espejo del auge de los RWA
La otra señal fuerte de este semestre es la carrera de las empresas hacia el bitcoin. Ya no son startups que buscan destacar. Son 124 empresas cotizadas que han inscrito el BTC en su balance. No para «jugar» con las fluctuaciones, sino para verlo como una reserva alternativa, resiliente frente a la inflación.
Esta tendencia hace eco a la de los RWA: en un mundo incierto, los activos digitales ofrecen nuevas certezas. Previsibilidad de rendimientos para unos, rareza programada para otros. Y siempre la misma lógica: migrar valor hacia la blockchain, no por ideología, sino por estrategia patrimonial.
Se ve: en 2025, la cripto ya no es una palabra de moda. Es una infraestructura de mercado. Y los RWA, lejos de ser un simple término de moda, son su encarnación más tangible. ¿El próximo paso? Integrar estos activos a gran escala en los portafolios institucionales. La revolución ha comenzado. Y esta vez, no se limita a prometer. Calcula.