No se trata de un capricho tecnológico. Bitcoin nació como una respuesta directa a una patología del poder: la impresión de dinero sin freno, el endeudamiento perpetuo, la incapacidad de los gobiernos para reconocer sus propios límites. No fue diseñado para competir con el dólar, sino para sobrevivir a su eventual colapso.
Cada ciclo de impresión monetaria es un ciclo de erosión de la confianza. Los bancos centrales aseguran tener el control, pero sus decisiones muestran otra cosa: improvisación, miedo, adicción al estímulo. El mercado lo sabe. Por eso Bitcoin no es solo un activo: es una señal. Una herramienta que mide el nivel de estupidez institucional como un termómetro mide la fiebre.
Una apuesta que ya no parece arriesgada
«Bitcoin es una apuesta contra la estupidez del gobierno», dicen algunos. Pero, ¿qué ocurre cuando esa estupidez deja de ser una anomalía y se vuelve el patrón? Lo que antes parecía una postura extrema, hoy se transforma en precaución mínima. Porque mirar hacia otro lado ya no es prudencia, es negligencia.
No hace falta ser libertario, ni maximalista, ni fanático. Basta con observar cómo se crean trillones de dólares sin respaldo, cómo la deuda se acumula sin intención real de ser saldada y cómo las promesas inflacionarias se disfrazan de política monetaria. En ese escenario, mantener una posición en Bitcoin deja de ser una declaración ideológica y se convierte, simplemente, en una cuestión de sentido común.
- Las nuevas élites ya no compran oro: compran llaves privadas
Bitcoin no garantiza riqueza, pero ofrece algo cada vez más escaso en los mercados tradicionales: límites. Su suministro es fijo, su política monetaria transparente y su arquitectura no se adapta a las urgencias de ningún gobierno. Esa independencia lo vuelve incómodo. Por eso lo toleran, aunque aún no se animen a celebrarlo.
La pregunta ya no es si Bitcoin es riesgoso. La pregunta es cuánto tiempo más se puede sostener un sistema que depende de crear valor desde la nada, y castiga a quienes ahorran mientras premia a los que destruyen.
No todos lo entienden todavía. Pero los que lo entienden, ya no necesitan explicaciones.
–Nodeor