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El culto a la nada: por qué las memecoins seducen más que la utilidad

source-logo  criptotendencia.com 14 Julio 2025 09:00, UTC

Durante años, el mercado cripto buscó una narrativa lógica: casos de uso, adopción institucional, mejoras técnicas. Pero en paralelo, surgieron las memecoins, tokens sin utilidad concreta, con nombres absurdos, y una comunidad que no pide fundamentos, solo pertenencia. Mientras unos buscan razones, otros ya encontraron una identidad.

Las memecoins no intentan parecer serias. Y esa es su mayor fuerza. En un ecosistema lleno de promesas rotas, roadmaps incumplidos y protocolos que nadie entiende, la honestidad brutal de una rana pixelada resulta refrescante. No ofrece nada, y por eso mismo, no decepciona.

En el fondo, todos saben que Dogecoin no tiene una hoja de ruta. Pero tampoco tiene una mentira. Esa transparencia paradójica se convierte en refugio frente a la sobrecarga de tecnicismos vacíos.

En medio del caos regulatorio y el escepticismo social hacia el ecosistema, las memecoins no exigen explicaciones ni contratos inteligentes imposibles de auditar. Proponen algo más básico y primitivo: diversión, pertenencia, viralidad. En un mundo sobreintelectualizado, lo absurdo se convierte en alivio.

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Una comunidad sin whitepaper

Muchos analistas insisten en buscar racionalidad en lo irracional: «¡La gente invierte en basura!». Pero lo que no entienden es que, tras tanta sofisticación vacía, las memecoins ofrecen algo más valioso que una blockchain de capa 2: comunidad. Un grupo de extraños que celebran juntos cada vela verde. Que comparten memes, frustraciones, esperanzas. Eso no está en el whitepaper. Está en los comentarios.

La ironía es la armadura de esta generación. Y las memecoins son su manifestación financiera. Invertir en PEPE, FLOKI o SHIB no es solo una apuesta especulativa. Es una afirmación cultural. Es decir: «no creo en tus narrativas institucionales, pero sí en esta locura colectiva que me hace sentir parte de algo».

Y ese sentimiento es más poderoso que cualquier tokenómica. Porque cuando los fundamentos fallan, lo único que queda es la historia que te contaste al comprar. Las memecoins no prometen cambiar el mundo. Pero cambian algo más íntimo: cómo nos relacionamos con el riesgo, la comunidad y el dinero.

En el fondo, no se trata de utilidad. Se trata de lenguaje. De una forma nueva de hacer finanzas, sin solemnidad, sin permisos, sin pedir disculpas. Por eso las memecoins sobreviven. Porque son más reales que muchos proyectos que fingen serlo.

Lo absurdo, en tiempos de simulación, puede ser la forma más pura de autenticidad.

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